lunes, 28 de noviembre de 2016

LEYENDA MEDIEVAL.






Sancho Garcés I.
Tras la decadencia del imperio franco carolingio, que había ocupado las tierras del actual Valle de Echo y las del río Aragón y fundado el Monasterio de San Pedro en Siresa en las primeras décadas del siglo IX, dicho territorio se convirtió durante casi un siglo en un condado independiente, hasta que Sancho Garcés I, lo ocupó anexionándolo a Pamplona al morir el conde Galindo II Aznárez, ignorando todos los derechos sucesorios. Casi otros cien años pasarían hasta que uno de sus descendientes, Ramiro I, hijo natural de Sancho III Garcés, heredara lo que se conocería desde entonces como el Reino de Aragón.

Cuenta una antigua historia medieval, que el rey de Pamplona, Sancho Garcés I estuvo a punto de morir de una larga y dolorosa enfermedad que sus médicos no conseguían atajar. Como no encontraba ninguna mejoría a pesar de todas las curas a las que se sometió, decidió encomendarse al apóstol San Pedro, del que se conservaba en el Monasterio de Siresa, la reliquia de uno de sus brazos y viajó hasta el cenobio. Parece ser que el brazo de San Pedro hizo el milagro, y le curó su enfermedad.

Interior de la iglesia del monasterio de Siresa.
De cómo llegó el brazo de SaPedro a Siresa.
 El abad del monasterio le contó al rey Sancho durante su convalecencia en el mismo, que fue en el siglo VI cuando San Leandro, obispo de Sevilla, envió a Roma al obispo Ciriaco de Zaragoza por ser amigo del papa Gregorio Magno, con la misión de traer una reliquia del santo a Hispania. El papa se negó en un principio pero ante la insistencia del zaragozano, aquél hizo un ayuno, apareciéndosele al pontífice el propio san Pedro que le dijo que fuera a su sepulcro en el que hallaría una reliquia separada de las demás que debía de entregar al obispo Ciriaco. Así fue como le entregaron el brazo, que colocado en un relicario de oro fue traído a Hispania.
Al regreso de un viaje tan largo, san Leandro había fallecido, por lo que el obispo Ciriaco decidió dejar la reliquia en Zaragoza donde estuvo hasta la invasión musulmana, cuando los cristianos se pusieron a salvo en las montañas llevando con ellos todas las reliquias y tesoros eclesiásticos, yendo a parar el brazo al Monasterio de Siresa.

La misma historia, con otros protagonistas se cuenta del brazo (¿el otro?) de San Pedro que se conserva en Barbaruens, Pirineo de Huesca, proveniente del monasterio de San Pedro de Tabernas, cerca del lugar de Seira. En este caso, fue Bencio, obispo de Zaragoza el que llevó el brazo a San Pedro de Tabernas huyendo de los agarenos.

Monasterio de San Pedro de Tabernas
en Seira(Ribagorza).
La reliquia del brazo del monasterio de San Pedro de Siresa, desapareció en algún momento de la historia, y sea o no el mismo de Tabernas, la leyenda iniciada continúa relatando que el rey Sancho Garcés, agradecido por su curación, antes de abandonar Siresa, donó al cenobio la villa de Usón lo que no está documentado en ningún lugar. Era el año 923. Dos años después, Sancho Garcés moría, suponemos que de otra enfermedad distinta de la que fue ¿“milagrosamente curado”?.

En cuanto a la autenticidad del brazo, sólo quiero recordar que en 1968 el papa Pablo VI confirmó que se había encontrado la tumba del apóstol y su probable esqueleto, del que sólo faltaba las puntas de los pies. Pero las leyendas, son eso…leyendas...



martes, 25 de octubre de 2016

¿LEYENDA O MILAGRO?...QUIÉN SABE.


Muchas son las leyendas que existen sobre Daroca. La mayor parte de ellas referidas a la Edad Media. Esta que voy a contaros es de las más conocidas. Milagro y leyenda se entremezclan en la historia.


LOS CORPORALES DE 

DAROCA


Murallas medievales de Daroca.

El milagro de los Corporales de Daroca, sucedido en 1238 en el marco de la Reconquista cristiana de la península convirtió a Daroca en un importante lugar de culto y peregrinación, uno de los centros religiosos más conocidos de la Edad Media.



El milagro tuvo lugar no en Daroca sino en las cercanías de Valencia, concretamente en las inmediaciones del Castillo del Xio, en Luchente, donde el noble Berenguer de Entenza lideraba compañías llegadas de Daroca, Calatayud y Teruel para hostigar a los musulmanes al sur del Júcar tras la conquista de Valencia por Jaime I en 1236.

Los musulmanes reunieron una importante hueste y sitiaron a los cristianos.

Berenguer de Entenza, ante el asedio, ordenó a mosén Mateo, clérigo de la iglesia de San Cristóbal de Daroca, que celebrara una misa. Durante la misma y al levantar el sacerdote el paño donde se guardaban seis hostias, todos ven que éstas están empapadas en sangre... El hecho se considera como un milagro y ante el prodigio, los cristianos se lanzan a la lucha encabezados por el cura, que sobre un asno blanco muestra durante la batalla las hostias ensangrentadas. Los musulmanes son completamente derrotados.

Tras la victoria surgen las disputas por quién ha de ser el que lleve a su ciudad el paño con las hostias ensangrentadas. Se decide colocar los Corporales sobre una mula y dejarla a la buena de Dios. La mula fue a caer muerta en la puerta de la iglesia de San Marcos, hoy convento de religiosas de Santa Ana, junto a la puerta Baja de Daroca. Allí estuvo depositado durante muchos años el paño de los Corporales hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María.



Puerta Baja que da acceso al recinto medieval de Droca.
Este relato se recoge así en la llamada "Carta de Chiva", documento de 1340 enviado por el concejo de esta localidad de Valencia y que se guarda en el Archivo Colegial de Daroca. Desde entonces los Corporales se convirtieron en el símbolo por antonomasia de Daroca y en su elemento más universal.


Celebración del Día del Corpus.
El día más importante de las fiestas es el jueves del Corpus y el acto central es la procesión que desde la iglesia Colegial de Santa María se dirige hasta las afueras de la ciudad, donde cada año se celebra un sermón desde al menos 1414.


Existe un dicho popular-religioso que dice:

“ Hay tres días al año, que lucen más que el sol.
Jueves Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión “.




miércoles, 13 de julio de 2016

UNA DE LAS MUCHAS LEYENDAS SOBRE SAN JORGE.


LA LEYENDA DE SAN JORGE 

Y EL DRAGÓN.

Cuenta la leyenda que, la ciudad de Silca (en la provincia de Libia), vivía aterrorizada por un gran dragón que asustaba a todos y causaba daños entre la población y los animales.


Para tranquilizarlo, los habitantes del pueblo acordaron dar al dragón una persona en sacrificio y para ello, todos los días, se realizaba un sorteo en el que salía elegida la persona que debía ser entregada al dragón.

Uno de esos días la mala suerte le tocó a la hija del rey. Era una mujer joven y bella muy admirada por los habitantes del pueblo, en especial por su padre quien se resistía a entregarla en sacrificio. Al ver el sufrimiento del rey muchos ciudadanos se ofrecieron para reemplazar a la princesa, pero el rey se negaba a que otros tuvieran que pagar por la suerte de su hija. Además, él era consciente de que su hija formaba parte del pueblo y por tanto debía seguir las normas que hasta el momento se habían pactado.

La princesa abandonó la ciudad. Caminando sin prisa en dirección hacia el gran dragón, se detenía algunos instantes para mirar hacia su pueblo con gran tristeza y resignación. De pronto, cuando menos lo esperaba, apareció un joven caballero con armadura montado sobre un caballo blanco. Al verlo, la princesa le informó de los peligros que podía sufrir estando en ese lugar, pero el caballero se negó a abandonarla y le dijo que él estaba allí para salvarla a ella y a todos los habitantes del pueblo.


Este caballero llamado Jorge, se enfrentó al dragón tan pronto como este apareció. Libraron una gran batalla hasta que el caballero le incrustó una gran lanza al dragón en el pecho. De la sangre que derramó el dragón nació un hermoso rosal que Jorge entregó a la princesa después de haber ganado la batalla.

Así nace la tradición de que, el día 23 de abril, día de San Jorge, todos los enamorados le regalen una rosa a sus novias.

El 23 de abril se celebra el día de la comunidad autónoma de Aragón.

martes, 14 de junio de 2016

LEYENDA DE AMOR EN MORA Y RUBIELOS DEMORA. (TERUEL)



LOS AMORES DE FÁTIMA 

DE MORA 

ALONSO DE RUBIELOS.


En el último tercio del siglo XII, tras la conquista de la ciudad de Teruel, iban cayendo a manos del Ejército Aragonés otras plazas del sur de la actual provincia de Teruel. Una de esas poblaciones era Rubielos, custodiada por el caballero Don Alonso de Rubielos.

Este capitán cristiano ya había intentado ocupar la población cercana de Mora, en poder de los musulmanes y gobernada por la joven y bella princesa Fátima.


Era costumbre en la época que en periodos de tregua se organizarán torneos y justas, en los que rivalizaban los mejores caballeros, tanto en el manejo de las armas como en el dominio de los corceles. A uno de estos torneos, convocado en la población musulmana de Mora, acudieron los mejores jinetes sarracenos, llegados de todo el mundo islámico, acompañados de fastuosas comitivas.

El torneo estuvo muy competido, hasta que finalmente un enigmático caballero que había llegado solo, obtuvo la victoria. Nadie conocía su identidad, oculta bajo una impenetrable celada. Cuando dejó ver su rostro resultó ser Don Alonso, señor de Rubielos, que estaba enamorado de la princesa mora.

El desconcierto fue general entre todos los presentes. Fátima, admirada por el valor del solitario jinete, también se enamoró de Don Alonso.

La relación entre el cristiano y la mora no resultó fácil; sin embargo, los obstáculos motivados por la diferentes costumbres y la religión no fueron suficiente incoveniente para que los enamorados contrajeran matrimonio poco tiempo después.

Antes de que los musulmanes notables de Mora aceptaran a Don Alonso como su señor, temerosos de perder su independencia, le exigieron que nombrara a Fátima señora de Rubielos. De este modo, ambas poblaciones y dominios de Mora y Rubielos dependerían de ambos por igual, siendo "RUBIELOS" de "MORA" y "MORA" de "RUBIELOS".



A partir de ese momento, las poblaciones comenzaron a denominarse Mora de Rubielos y Rubielos de Mora.

lunes, 16 de mayo de 2016

LA FORMACIÓN DEL MONCAYO. (PROVINCIA DE ZARAGOZA).


Los Fayos / LA LEYENDA DE 

                        HERCULES.


Cuenta G. Arista que hace mucho tiempo, “antes más” como diríamos por aquí, quizás cuando las ranas criaban pelo, el famoso gigante Hércules vino por estas tierras. Allí se encontró con la hermana de un segundo gigante, Caco.



Preguntada por el lugar dónde se encontraba su hermano, la giganta levantó el aladro con el cual estaba trabajando, recordemos el gran tamaño de ambos y señaló hacia el Plano de Los Fayos.

Debieron hacer buena amistad y se cuentan muchas historias de ellos. En una ocasión: Hércules, Caco y Pierres, un tercer gigante, decidieron apostar para ver quién hacía, digamos, la animalada más grande.

Árboles arrancados, vacas al hombro o leones cazados, (todo el mundo sabe que en aquellos tiempos el Moncayo estaba infestado de leones), fueron algunas de sus proezas.

Pero el tiempo provocó que Caco hiciera honor a su nombre robándole el ganado a Hércules. Lo escondió precisamente en la Cueva que lleva su nombre en Los Fayos. Hércules indignado siguió las huellas que había dejado el ladrón con sus reses.

Cuando se encontraron la lucha fue terrible y fruto de ese combate, los ríos, los valles tal y como hoy los conocemos fueron apareciendo. Un último detalle Hércules mató a Caco. Con la última piedra lo enterró y así surgió el Moncayo, tal y como hoy lo conocemos.




Si alguien duda de la veracidad de estas historias le basta con preguntar en Los Fayos, visitar la cueva que preside su localidad, aquel mítico corral de ganado, o vislumbrar algunas de las escenas de esta historia en el Ayuntamiento de Tarazona.

jueves, 31 de marzo de 2016

LEYENDA MUSULMANA EN LANAJA (HUESCA).


El toro de oro de Lanaja.



El nombre de Lanaja es de origen árabe. En el siglo X, varias mesnadas de Abderramán III, vinieron en ayuda del rey de Zaragoza Abu Yahya, el mando de Nadja, antiguo esclavo que llegó a ser el primer general del Califato y murió en el fosos de Simancas en (939).

Una hipótesis es que se dio el nombre de Al Nadja a este poblado en honor a Umm Kuraish al Nadja, hermana del general Nadja, favorita de la esposa del califa.

Son importantes los restos de construcciones árabes como : la defensa, la atalaya denominada “Castillo de Montoro” y vivienda, son los restos del palacio-fortaleza llamada Mezquita, hoy la actual iglesia.

En este punto, la sierra de Alcubierre adquiere nombre propio. Para mejor decir, son ya dos sierras, la de Alcubierre y la de Lanaja.

Antes de acceder al casco urbano conviene enfilar el monte para situarnos junto a la ermita de San Sebastián. Junto a ella se alzan los lienzos del antiguo Castillo de Montoro, de origen musulmán, sobre el que cobra pábulo la leyenda. Es posible que el origen se encuentre en el propio escudo heráldico de la localidad, que se compone de cuatro cuarteles: los clásicos bastones de gules o barras de Aragón, un castillo con torreón almenado, el barranco de La Estiva (situado en la sierra de Alcubierre) y un toro. El Castillo de Montoro se alzó dominando la población y se comunicaba, dicen, con la antigua mezquita, a través de un túnel del que aún se conserva una parte. Y es creencia popular que en el monte hay enterrado un toro de oro. De ahí el nombre de la fortaleza. Pero nadie pudo dar nunca con él, pese a las excavaciones realizadas en ese sentido.


La leyenda nos dice que... un caballero cristiano se había enamorado de la bella hija del gobernador del castillo de Lanaja, cuando los aragoneses tomaron el fortín el caballero fue en busca de su amada encontrándola en la mezquita -actual iglesia parroquial-, la muchacha -que según algunos se llamaba Zoraida- huyó del bárbaro y se metió por un intrincado pasadizo que unía el templo con el castillo. 

El caballero la encontró y ella desesperada acabó por convertirse en un toro enfurecido que le hizo huir. La familia de ella comenzó a buscarla por las galerías de aquel dédalo subterráneo hasta que dieron con el toro que no quiso embestirlos, sospechando el prodigio rogaron para que la niña dejara su forma de bestia y entonces el toro se convirtió en estatua de oro.

El toro de oro aún subyace en las entrañas najinas pues a pesar de las pesquisas emprendidas nadie ha conseguido dar con él: el miedo, las corrientes de aire que apagaban las velas... siempre impiden terminar la búsqueda.

viernes, 4 de marzo de 2016

LA LEYENDA DE ZAIDA



EL ORIGEN DE :


LA FUENTE DE CELLA

En un marco histórico y de leyendas en las estribaciones de la Sierra de Albarracín, se encuentra la localidad turolense de Cella.
Tierra rica en relatos medievales. Amoríos entre cristianos y musulmanas, era lo habitual en una localidad que era integrante de la Taifa de Albarracín.Ni que decir tiene que la mayoría de las leyendas acababan de forma trágica pero siempre estaban cargadas de amor y romanticismo. Esta que voy a contaros tiene esos ingredientes.

Del origen de la Fuente de Cella hay varios relatos o leyendas pero ésta en concreto a mi, es la que más me gusta…




Zaida era la hija del alcaide de la Alcazaba que, en el siglo XI, se conocía como Celfa la del Canal. Por aquel entonces, aún estaba bajo el dominio de la marca musulmana de Albarracín. Cuentan que el hijo del rey moro, llamado Melik, se enamoró perdidamente de la joven. Pero ella ya estaba enamorada de otro. Era Hernando de Abuán, un caballero de las huestes del Cid que, según relata el conocido Cantar, había decidido reunir sus tropas en aquel lugar camino de Valencia.

El padre de Zaida, deseoso de cumplir la voluntad de su hija pero obligado a no desairar al poderoso Rey de Albarracín, decidió resolver el problema con un ingenioso reto para los pretendientes que, además, trajera la prosperidad a su alcazaba. Así, propuso a ambos que consiguieran agua para regar los campos del lugar en el plazo de tres años.



Melik se propuso llevar hasta Cella el agua del río que regaba su tierra, Albarracín, siguiendo el ejemplo de la civilización romana. Con todos los recursos de su taifa se puso manos a la obra para reconstruir el canal con el que los latinos llevaron a las llanuras el agua del Guadalaviar siglos atrás. Por su parte, Hernando recibió el encargo de encontrar el agua bajo las tierras de Cella de influencia de la Alcazaba. Con sus propias manos empezó a excavar en distintos puntos.

Pero la tragedia se desató antes de que concluyera el plazo. Hernando descubrió el manantial de agua subterránea que buscaba y Zaida no pudo ocultar su alegría. Se acercó al pozo recién descubierto y ayudó a calmar la sed de su enamorado llevándole el agua que manaba de la tierra a la boca, con sus manos colocadas en forma de concha. Quiso la casualidad que Melik estuviera viendo la escena. Loco de celos atacó a Hernando quien, defendiéndose y de forma fortuita, acabó con la vida del de Albarracín.

Destrozado por la noticia, el padre de Melik quiso vengar la muerte de su hijo. Contrató un sicario para asesinar a Hernando, que cayó muerto en el pozo que iba a darle la posibilidad de casarse con su amada.

Zaida no pudo aceptar tanta tragedia y murió poco después de pena.


Y cuentan que, cuando la luna llena se refleja sobre las aguas cristalinas de la fuente es posible ver el reflejo de una bella mujer dando de beber a un apuesto galán con las manos en forma de concha.




Estos son los personajes que protagonizan el acto central de la fiesta medieval que se celebra en Cella desde hace unos años. Es una conmemoración recreacionista basada directamente en la leyenda de Zaida. El mercado medieval, los juegos tradicionales o la música completan la representación teatral cuyo argumento suaviza la tragedia de la historia más conocida..