jueves, 31 de marzo de 2016

LEYENDA MUSULMANA EN LANAJA (HUESCA).


El toro de oro de Lanaja.



El nombre de Lanaja es de origen árabe. En el siglo X, varias mesnadas de Abderramán III, vinieron en ayuda del rey de Zaragoza Abu Yahya, el mando de Nadja, antiguo esclavo que llegó a ser el primer general del Califato y murió en el fosos de Simancas en (939).

Una hipótesis es que se dio el nombre de Al Nadja a este poblado en honor a Umm Kuraish al Nadja, hermana del general Nadja, favorita de la esposa del califa.

Son importantes los restos de construcciones árabes como : la defensa, la atalaya denominada “Castillo de Montoro” y vivienda, son los restos del palacio-fortaleza llamada Mezquita, hoy la actual iglesia.

En este punto, la sierra de Alcubierre adquiere nombre propio. Para mejor decir, son ya dos sierras, la de Alcubierre y la de Lanaja.

Antes de acceder al casco urbano conviene enfilar el monte para situarnos junto a la ermita de San Sebastián. Junto a ella se alzan los lienzos del antiguo Castillo de Montoro, de origen musulmán, sobre el que cobra pábulo la leyenda. Es posible que el origen se encuentre en el propio escudo heráldico de la localidad, que se compone de cuatro cuarteles: los clásicos bastones de gules o barras de Aragón, un castillo con torreón almenado, el barranco de La Estiva (situado en la sierra de Alcubierre) y un toro. El Castillo de Montoro se alzó dominando la población y se comunicaba, dicen, con la antigua mezquita, a través de un túnel del que aún se conserva una parte. Y es creencia popular que en el monte hay enterrado un toro de oro. De ahí el nombre de la fortaleza. Pero nadie pudo dar nunca con él, pese a las excavaciones realizadas en ese sentido.


La leyenda nos dice que... un caballero cristiano se había enamorado de la bella hija del gobernador del castillo de Lanaja, cuando los aragoneses tomaron el fortín el caballero fue en busca de su amada encontrándola en la mezquita -actual iglesia parroquial-, la muchacha -que según algunos se llamaba Zoraida- huyó del bárbaro y se metió por un intrincado pasadizo que unía el templo con el castillo. 

El caballero la encontró y ella desesperada acabó por convertirse en un toro enfurecido que le hizo huir. La familia de ella comenzó a buscarla por las galerías de aquel dédalo subterráneo hasta que dieron con el toro que no quiso embestirlos, sospechando el prodigio rogaron para que la niña dejara su forma de bestia y entonces el toro se convirtió en estatua de oro.

El toro de oro aún subyace en las entrañas najinas pues a pesar de las pesquisas emprendidas nadie ha conseguido dar con él: el miedo, las corrientes de aire que apagaban las velas... siempre impiden terminar la búsqueda.

viernes, 4 de marzo de 2016

LA LEYENDA DE ZAIDA



EL ORIGEN DE :


LA FUENTE DE CELLA

En un marco histórico y de leyendas en las estribaciones de la Sierra de Albarracín, se encuentra la localidad turolense de Cella.
Tierra rica en relatos medievales. Amoríos entre cristianos y musulmanas, era lo habitual en una localidad que era integrante de la Taifa de Albarracín.Ni que decir tiene que la mayoría de las leyendas acababan de forma trágica pero siempre estaban cargadas de amor y romanticismo. Esta que voy a contaros tiene esos ingredientes.

Del origen de la Fuente de Cella hay varios relatos o leyendas pero ésta en concreto a mi, es la que más me gusta…




Zaida era la hija del alcaide de la Alcazaba que, en el siglo XI, se conocía como Celfa la del Canal. Por aquel entonces, aún estaba bajo el dominio de la marca musulmana de Albarracín. Cuentan que el hijo del rey moro, llamado Melik, se enamoró perdidamente de la joven. Pero ella ya estaba enamorada de otro. Era Hernando de Abuán, un caballero de las huestes del Cid que, según relata el conocido Cantar, había decidido reunir sus tropas en aquel lugar camino de Valencia.

El padre de Zaida, deseoso de cumplir la voluntad de su hija pero obligado a no desairar al poderoso Rey de Albarracín, decidió resolver el problema con un ingenioso reto para los pretendientes que, además, trajera la prosperidad a su alcazaba. Así, propuso a ambos que consiguieran agua para regar los campos del lugar en el plazo de tres años.



Melik se propuso llevar hasta Cella el agua del río que regaba su tierra, Albarracín, siguiendo el ejemplo de la civilización romana. Con todos los recursos de su taifa se puso manos a la obra para reconstruir el canal con el que los latinos llevaron a las llanuras el agua del Guadalaviar siglos atrás. Por su parte, Hernando recibió el encargo de encontrar el agua bajo las tierras de Cella de influencia de la Alcazaba. Con sus propias manos empezó a excavar en distintos puntos.

Pero la tragedia se desató antes de que concluyera el plazo. Hernando descubrió el manantial de agua subterránea que buscaba y Zaida no pudo ocultar su alegría. Se acercó al pozo recién descubierto y ayudó a calmar la sed de su enamorado llevándole el agua que manaba de la tierra a la boca, con sus manos colocadas en forma de concha. Quiso la casualidad que Melik estuviera viendo la escena. Loco de celos atacó a Hernando quien, defendiéndose y de forma fortuita, acabó con la vida del de Albarracín.

Destrozado por la noticia, el padre de Melik quiso vengar la muerte de su hijo. Contrató un sicario para asesinar a Hernando, que cayó muerto en el pozo que iba a darle la posibilidad de casarse con su amada.

Zaida no pudo aceptar tanta tragedia y murió poco después de pena.


Y cuentan que, cuando la luna llena se refleja sobre las aguas cristalinas de la fuente es posible ver el reflejo de una bella mujer dando de beber a un apuesto galán con las manos en forma de concha.




Estos son los personajes que protagonizan el acto central de la fiesta medieval que se celebra en Cella desde hace unos años. Es una conmemoración recreacionista basada directamente en la leyenda de Zaida. El mercado medieval, los juegos tradicionales o la música completan la representación teatral cuyo argumento suaviza la tragedia de la historia más conocida..