jueves, 18 de febrero de 2016

TODOS LOS SANTOS: NOCHE MÁGICA Y MISTERIOSA


La noche de las animas

Este relato se cuenta en muchos pueblos, con las lógicas variantes.

Antaño, las fiestas de Todos los Santos y los Fieles Difuntos se celebraban con especial recogimiento en el medio rural, así como con respeto y un cierto temor. Afirmaban que, durante la noche, los cementerios se llenaban de fuegos fatuos , y que la simple visión de las llamas surgiendo de las tumbas sobrecogía el ánimo. No obstante, nunca faltaba quien se diera de valiente y no se impresionaba por esos y otros detalles. Uno de estos personajes cruzó una apuesta entre sus amigos para demostrarles que él no tenía miedo a nada.

La apuesta consistía en que el valiente tenía que ir solo hasta la puerta del cementerio, apartado del casco urbano, provisto de martillo y puntas de gran tamaño, y clavarlas en la puerta de madera que daba al camposanto , bien a su aire o formando una cruz. La operación debía llevarse a cabo a las doce en punto de la Noche de las Animas.

El valiente aceptó, riéndose de sus compañeros, y estos quedaron esperándole para comprobar si era capaz de ganar la apuesta en cuestión.

Pero avanzó la madrugada, sin que el hombre valiente hubiera regresado. Entonces al amanecer sus amigos se trasladaron al cementerio para ver qué había ocurrido, y allí se encontraron al protagonista de la leyenda, muerto, sujeto por sus ropas a la puerta del cementerio. Resulta que, con la oscuridad, no reparó en que se clavaba también parte del traje, por el que quedó sujeto, y al querer abandonar su empresa sintió que alguien le tenia agarrado fuertemente. E l miedo y el terror fueron apoderándose de él hasta que llegó a su triste fin.



Hay en Aragón una forma muy especial de contactar con las almas. Nuestra “ouija” particular es un plato lleno de judías sin cocer. Si se deja en una habitación durante la Noche de las Ánimas, el espíritu del difunto con el que se quiere contactar separará del plato tantas judías como misas necesite para salvarse. Un ejemplo más de cómo Aragón siempre ha tenido sus propias costumbres para celebrar esta noche.



TRASMOZ EN EL DÍA DE LAS ÁNIMAS
"Era cabra y no oveja. Nadie le hizo caso y acabó ahorcado. Se incorporó inmediatamente a las procesiones de ánimas que en la noche de todos Santos siluetean Moncayo. En cada casa una vela por difunto, si lo olvidas pueden aparecer tus trenzas cortadas. Tampoco trabajes o pagarás con un cordero que insistirá en dirigirse sin remedio hacia el camposanto.
Desde que se ponga el sol no salgas a los caminos, no sea que te cieguen las luces y no puedas llegar a tu destino y escucha esas voces que, como la ruedas de molinos, suenan repetitivas y monótonas.
No olvides poner el plato de sal y las tijeras abiertas con tus difuntos y pon las calabazas con velas dentro. No te asuste el ulular misterioso ni el lento tañer de de las campanas tocando a muerto..."
Texto extraído del cartel del museo de la Brujería de Trasmóz.


Noche de difuntos, la delgada línea que separa este mundo con el más allá se estrecha hasta romperse permitiendo la entrada de las "animicas" que quieren regresar. Pero ya es tarde, sus cuerpos no están y sus familiares han de guiarles de vuelta a su lugar.

Las campanas suenan a muerto y las calaveras iluminan el camino al cementerio, una luz por cada vecino enterrado entre sus muros. Flotan las velas en aceite en una súplica al cielo y se recuerda con "estadales" blancos a los niños fallecidos, rojos para los adultos (Trasmoz, noche de las ánimas)
"Venid fieles a rogar por las ánimas en pena, que en prisiones y cadenas padecen sin descansar..."
Son ritos de origen celta para que las almas no vaguen en pena que se cristianizan fundiéndose con la celebración del Día de Todos los Santos, festividad cristiana que para encubrir costumbres paganas se trasladó del 13 de mayo al 1 de noviembre y que precede al Día de los Fieles Difuntos (2 de noviembre). Honramos así conjuntamente a las fuerzas de la naturaleza que acortan los días del invierno acercándonos al reino de la oscuridad, a todos los santos conocidos y desconocidos y tras la noche de ánimas oramos por los que ya no están y, sobre todo, por los que aún han de purificarse para alcanzar el descanso eterno.
Trasmoz es uno de los lugares del Moncayo donde puedes vivir esta noche de manera tradicional, festiva y fantástica.

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